sábado, 2 de agosto de 2014

Tú y yo no estamos, somos.

Arde el tiempo sino no siente abrazo si no te ve mirar el reloj desnuda diciéndome la hora exacta y cobijándote en mi hombro
Duele el suelo si no lo pisan tus pies descalzos si ni siquiera hay suelo que pisar porque ahora mismo no hay nada que me permita tocarte

Ha llegado el aire a la Ciudad del Sol amurallada y aunque nadie más lo sepa yo sé que es por tu culpa
Es tu mar atravesando mi tierra humedeciendo cada parte que quedaba seca conquistando cada trozo estéril de vida volviendo a sellar tus labios en cada paso que doy

Te quiero tanto que a veces me enfado conmigo y me insulto frente a la pared por quererte así como si no existiera un puto cielo azul si no lo miras tú conmigo como si el tiempo pegase puntapiés a su paso y sólo pudiese calmarlo tu risa Te quiero tanto que a veces pienso que un día entraré en erupción por ser un volcán apagado toda mi vida y haberme encendido tú tan deprisa Te quiero tanto que a veces por puro regocijo y tendencia a la autodestrucción te imagino sin un resto de mi en el pecho y recreo el absurdo intento de leerte poemas que te vuelvan a acercar y me duelo -y me dueles- y se duelen incluso las aceras que recorro persiguiéndote con la voz ronca de recitar y entonces queriéndote así destinándome al fracaso entiendo a veces que te quiero no con la idea preconcebida y estándar que me obliga a pensar en el final por todos aquellos determinantes propios de la edad que coinciden en adherirnos los pies al suelo como si una vista horizontal prestara más atención a los detalles de las relaciones-pasionales-estúpidas-adolescentes pero no saben ellos no saben ellos no pueden saber porque jamás despegaron sus pies del asfalto que tú y yo somos halcones que no pertenecemos a este lugar demasiado grande para nosotras que comemos raíces y nos negamos a cazar en el vasto bosque de la conformidad donde todo tiene un color predeterminado donde tú no puedes ser tú y yo es una aberración que sea yo

Que tú y yo negamos la existencia de los artículos de las lenguas y el lenguaje que sólo sirve para utilizar al resto Yo sé que tú brillas veo tu luz encendiendo la ciudad desde cualquier lugar en el que te encuentres sé  que tú eres y conjugas ese verbo con la elegancia necesaria para convertir el tiempo en un suelo húmedo que se inicia con tu viaje

Ojalá ese viaje me incluya a mí hasta que perdamos la cuenta y entonces haya que volver a empezar de nuevo hasta que todo sea un comienzo constante de lo que sólo acaba para volver a empezar



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